sábado, 27 de agosto de 2016

Día3 - Aprendiendo en cada paso.

Voy a tomar un café con leche, quiero un momento de serenidad antes del día que nos espera. Hoy voy a hacer una vía ferrada por primera vez y creo que el lugar elegido no me dejará indiferente. El día anterior hablamos sobre ello, voy a estar colgada de una pared sobre el mar! Aprovecho para asomarme al balcón y ver cómo amanece.
 
Nos dirigimos hacía Sant Feliu de Guíxols. En el momento en que me coloco el equipo me doy cuenta de que no hay vuelta atrás. Pero camino al risco, al ver la vista que hay, sé que eso va ser lo más parecido a volar que haya experimentado hasta hoy.
Jordi me explica cómo debo seguir el camino, dónde debo colocar los pies, ya me preguntó si tenía vértigo pero vuelve a hacerlo. Sé que es una responsabilidad para él llevarme a hacer una vía cuando no lo he hecho antes, pero no le digo los millones de veces que he deseado hacerlo.
 
Primer pie, segundo pie, sujeciones, cambio, primera mano, segunda mano y ya estoy colgada!
 
 

 
Sé que debo seguir mirando hacia el próximo punto de anclaje pero soy incapaz de no dedicar el doble de tiempo en cada paso, uno para ver dónde debo ir, otro para mirar a mi alrededor. Vamos haciendo camino y pronto tenemos que esperar, la vía está bastante transitada. En ese instante vislumbro el lugar ideal para esperar, hay un árbol que vive en el lugar más insospechado.
 
 
 
Esos descansos también están sirviendo para conversaciones con las personas que llevamos delante y los que nos siguen. ¿Será verdad que en momentos de peligro todas las buenas personas tienen el instinto de ayudar al prójimo? Paso la mayor parte de mi tiempo rodeada de buenas personas pero también he perdido tiempo con personas incapaces de ayudar. Pero en ese momento mi gran suerte es estar rodeada de personas buenas que me están ayudando. Jordi y los chicos del grupo de delante que van con un guía.
 
 
 
 
Hay tiempo para todo, para risas, para sustos, para vértigos, para divertirse. Olvido que soy patosa, tengo unos pies grandes para mi altura (un novio me decía que tengo pies de hobbit) o tengo una altura descompensada con mis pies. Olvido que mis zapatillas puede que no sean las más adecuadas, estoy pasando por puentes encima del mar!!
 
Soy incapaz de no sonreír! Creo que no lo he dejado de hacer desde el momento en que puse el primer anclaje.
 
 
 
Aunque soy consciente de que en algún momento he dejado me ha invadido el vértigo y el cansancio en algunos tramos, no puedo sino sentirme plena. He acabado la vía y la he disfrutado!
Volvemos al coche no sin intercambiar antes los teléfonos con el grupo, hemos hecho fotos muy bonitas. Esta es una ventaja de la tecnología, de igual modo que nos separa, nos acerca.
Cogemos las toallas, lo siguiente es una cala del camí de ronda. ¿Hace cuanto que no salto desde las rocas al mar? Me acuerdo de Mallorca. Pienso en que tengo que cuadrar mis días para ir a verlos. Mi mejor amigo, mis amigos, tenemos una cerveza pendiente. Las mejores playas las he disfrutado con vosotros y hace tiempo que no vamos a ninguna juntos.

 
 
Jordi propone ir a comer a S'Agaró. Dice que hay un restaurante al que quiere llevarme dónde hacen el mejor arroz que ha probado. 
Cogemos el camino de ronda, me decepciona un poco. Hasta el momento de llegar a ésta cala el camino ha sido de montaña, por eso me ha recordado a Mallorca y a las caminatas que hemos hecho por encontrar una. 
Sin embargo este camino está arreglado, eso está bien, se debe recuperar todo aquello que se pueda y cuidarlo pero tiene escaleras, infinidad de ellas.
Os he dicho ya que no soy muy alta, (Miguel en una ocasión me dijo que soy tamaño pocket) por lo que mis zancadas no son largas, sino más bien cortas y por eso estos escalones no hacen sino más que cansarme. Casi al final, cuando llegamos a vislumbrar la playa pido tiempo muerto!! Por suerte en el punto alto de esa subida hay un banco y nos sentamos a contemplar el paisaje.
He vuelto a quedarme sin respiración! Le pregunto a Jordi si todas las calas de Girona son iguales. Está invadida por veleros, barcos, barquitas, katamaranes... Casi parece un tablero de ajedrez. Puedo ver las casas de época que aún se conservan. Es hermoso!
Ya tan sólo nos queda la mitad del camino pero bastantes escaleras. Los edificios que están en el paseo son hermosos. Delante del más característico hay una placa que explica la historia de S'Agaró. Tenemos hambre, pero antes de marcharnos me pararé a leerla.
 
Nos han reservado una mesa junto a la carretera, eso es lo mismo que decir en primera línea de mar pues justo después está el paseo y la playa. Hablamos un poco de todo, las navajas están deliciosas, nunca antes he probado otras tan ricas y el arroz está buenísimo, pero nunca ninguno va a ser cómo el arroz de mi yaya, el mejor del mundo mundial. Ella ya no está para prepararlo por lo que el arroz que comemos ahora es de los mejores que he probado en los últimos años.
 
Nos vamos un rato a la playa después de comer y me despierta una gaviota que nos sobrevuela. Volvemos al coche no sin antes leer la placa dónde explica quien fue la primera familia que construyó una casa delante del mar, quienes le siguieron después y cuanto ha cambiado nuestra situación desde entonces.
Ésta reflexión nos lleva de nuevo a una conversación tan larga, en ocasiones acalorada, los puntos de vista de cada uno son contradictorios en ocasiones, justo antes de llegar al coche volvemos a compartir un punto de vista, los atardeceres son preciosos desde lo alto de esa colina.
He pedido una pausa para nuestra conversación, quiero disfrutar del atardecer, necesito un poco de silencio, para que luego digan que las mujeres no callamos.

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